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Francisco Butiñá S.J.

GRUPO PRIMERO DE JOSEFINAS

EL GRUPO PRIMERO

No sabemos con certeza quiénes formaban este grupo. Los nombres de las primeras josefinas que han llegado hasta nosotras son:

  • María Gri Serra

  • María Comas Suriñach

  • Dolores Ros Rigau

  • Dolores Roca Sitjar.

 

Las dos primeras habían nacido en Fornells, Dolores Ros en Bescanó (Gerona). Todas tienen algo en común además de la vocación a la vida religiosa: antes de la fundación viven en Aiguaviva, pueblecito labrador situado a seis Kms. de Gerona; pertenecen a las cofradías de la Virgen del Rosario y de la Virgen del Carmen en la parroquia, y seguramente están sirviendo en alguna de las masías (casas rurales aisladas del campo catalán) del contorno.
Quieren ser religiosas pero hallan cerradas las puertas de todos los conventos debido a su pobreza e ignorancia.

Cuando Butiñá se acercó a su realidad quedó profundamente impresionado. Él había comenzado a conocer a la mujer trabajadora en su propia casa: su madre era una mujer artesana; además, unas ocho campesinas de Bañolas acudían a la casa de los Butiñá para buscar el lino que cardaban en sus hogares, volviendo luego a recibir su jornal.

Ahora y aquí, en la Cataluña industrializada se encuentra asombrado con el empobrecimiento al que están sometidas las mujeres pertenecientes a la clase más débil de la sociedad catalana.

Butiñá empieza a organizar el Taller. Se llaman a sí mismas "trabajadoras cristianas". Comenzaron a vivir como religiosas un sábado día 13 de febrero de 1875. El lunes 15 fueron admitidas como aprendices en una fábrica de medias, contratadas por un salario, hasta que entra una Hermana que es más experta en labores y pueden comenzar a tener el Taller en casa. Para este Taller pobre busca el P. Butiñá la ayuda de Salamanca, el primer taller josefino que había fundado en 1874.

Butiñá sufrió en los orígenes del Taller de Calella, pero tuvo la osadía y la fe de fundar uno nuevo en Gerona cuando aún no contaba más que con las cuatro primeras Hermanas. La comunidad gerundense se estableció el 1 de agosto de 1876 en la misma casa donde vivían los jesuitas, dos pisos más arriba. Aquí, en julio de 1877, entró M. Isabel Maranges y desde el principio, por voluntad de Butiñá, fue la Superiora General de las Siervas de Cataluña. A partir de entonces comenzó a florecer el Taller.


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hIJAS DE SAN JOSE

 

JOSEFINAS

HIJAS DE SAN JOSÉ

¿QUIÉN FUNDA LA CONGREGACIÓN DE HIJAS DE SAN JOSÉ?

Francisco Javier Butiñá Hospital, sj. e Isabel de Maranges Valls.

 
¿CUÁNDO Y DÓNDE NACE LA FUNDACIÓN?

El 13 de Febrero de 1875, en Calella de la Costa – Gerona –

¿CÓMO NACE EL CARISMA CONGREGACIONAL?

De la contemplación del Misterio de Cristo viviendo en familia y trabajando en tareas sencillas.

Nazaret es la espiritualidad que el P. Butiñá quiso infundir en las casas de la Congregación y nos da la pauta y el estilo específico de vivir el Evangelio.

En Nazaret percibimos que la vida ordinaria es un lugar teológico para encontrar a Dios, para escucharle y responderle. Es una espiritualidad al alcance de cualquiera.

¿QUÉ MISIÓN TIENEN LAS HIJAS DE SAN JOSÉ EN LA IGLESIA?

Nuestra misión es la evangelización del mundo trabajador pobre, especialmente la mujer.

Nuestro Carisma sigue naciendo en el pueblo y para el pueblo; para ser vivido en medio del mundo trabajador pobre, por nosotras y por los trabajadores; para ser ofrecido a todos como camino de realización humana y evangélica.

La misión josefina se realiza en el Taller ( no Convento) y desde el espíritu del taller, dándole expresión en pequeños signos, propiciando trabajos comunitarios, uniéndonos con otros organismos para la creación de empleo desde sencillos talleres, cooperativas...,etc.

El espíritu del Taller nos lleva a abrir caminos para integrar a los laicos en corresponsabilidad, creando cauces de participación en la comunidad, en la espiritualidad y en las tareas.

Nuestra misión en la Iglesia está dentro de la Pastoral Obrera, dirigida al mundo del trabajo.

¿CUÁNDO SE HACE PRESENTE POR PRIMERA VEZ EN LA IGLESIA DE DAIMIEL LA COMUNIDAD DE HIJAS DE SAN JOSÉ ?

La Congregación recibe autorización del Obispado Priorato de Ciudad Real para abrir casa en C./ Estación, el día 10 Noviembre de 1921 en una vivienda cedida a las Hermanas durante seis años por Doña Ángeles y Elvira Pinilla.

La Comunidad se establece en Daimiel el 3 de Diciembre de 1921.

La misión que se encomienda a la primera comunidad es la asistencia domiciliaria a los enfermos, necesidad sentida en la población; confiando a la fundación para el momento conveniente la obra aún más sentida de carácter diocesano: la moralización y preservación de doncellas extraviadas; a la que también se extiende nuestro Instituto.

A partir de 1940, una serie de cartas y documentos nos hablan de la Fundación del Asilo de Niñas Huérfanas, llamado "Nuestra Señora de los Ángeles y San Francisco de Paula".

Durante los 32 primeros años la comunidad se dedicaba a la asistencia de enfermos, a clases de labores y a la formación cristiana de jóvenes. A través de dichos encuentros surgen numerosas vocaciones a la vida religiosa.

El 1 de Febrero de 1926 se establece en la capilla de la casa la "Archicofradía de los Jueves Eucarísticos": culto que favoreció el fervor del pueblo, acudiendo numerosas personas a la misa de la mañana y a la Hora Santa de la tarde que se predicaba los Jueves.

En el año 1951 nos llamó a Ciudad Real D. Aurelio Gómez-Rico, Vicario General del Obispado, y nos propone la atención de 30 niñas huérfanas del Patronato de Protección Tutelar de Menores, misión que acoge gustosa la Congregación.

En 1952 las niñas ya están establecidas recibiendo cultura general y aprendiendo labores de mano, de las cuales se sacaban algunos beneficios para ayudar al sostenimiento y para ir haciendo sus ahorros.

Como Centro Docente fue autorizado, con carácter provisional, el 13 de Mayo de 1955; siendo definitivo por Orden del 4 Mayo 1958.

Al comienzo del curso escolar 1955-56 se abre externado con nivel de enseñanza Pre-escolar. Se iniciaron las clases con 40 niñas. En 1956 se comenzaron clases de mecanografía, taquigrafía y contabilidad, con una matrícula de 73 jóvenes (chicas/os). Se pretende seguir formando a los jóvenes en la vida cristiana.

En el curso 70-71, por falta de alumnado y escaso personal docente, se reduce sólo al nivel de Pre-escolar, continuando las clases de taquigrafía y mecanografía.

El 28 Agosto 1975 el Sr. Obispo Prior D. Juan Hervás concede licencia a la comunidad para su traslado desde la fundación asilo "Nstra. Sra. Ángeles y S. Frsco. de Paula", a la nueva Guardería Infantil "Nuestra Señora de las Cruces", dependiente del Ministerio de Gobernación y ubicada en C./ Molemocho, 55 – Daimiel -.

La comunidad formada por cinco Hermanas vive y trabaja en la misma guardería.

En 1991 se determina separar lugar de trabajo y vivienda de las Hermanas y a partir de este momento se encuentra en C./ Molemocho, 28.

Actualmente la misión de la comunidad se realiza trabajando tres Hermanas en la Guardería; una Hermana en un Taller de Confección y otra como Trabajadora Social en el Programa de Cáritas "Los sin hogar" - Casa de Abrahám -.

Las otras Hermanas atienden la Pastoral Parroquial ( Catequesis infantil, Asambleas Cristianas, atención a enfermos y ancianos, animación de la Liturgia...etc )

Participando también, con especial interés, en el barrio "El Alto" en la Promoción de la Mujer.

HOMBRE DE NUDOS

FRANCISCO BUTIÑÁ, SJ

“Hombre de nudos, soñador de redes”

La silueta de Francisco Butiñá se distingue mejor al trasluz. Su perfil abierto muestra, sin acotarla, la riqueza de una personalidad extraordinaria.

Fue un hombre del siglo XIX, pero sus intuiciones carismáticas le acercan con fuerza insospechada a los umbrales de nuestro tercer milenio.

Fue catalán, pero su trayectoria de exilio histórico e itinerancia interior forjó en él un corazón universal.

Fue jesuita, pero su recia pertenencia a la Compañía de Jesús no le eximió de recorrer la difícil travesía de la fe que atraviesan los grandes creyentes.

Fue intelectual, pero los clamores del inundo obrero polarizaron su amor, querer e interés.

Fue fundador, pero la fidelidad a su vocación le pidió que se dejase arrancar su obra de las propias manos.

En los albores de los movimientos liberacionistas, y en unas coordenadas políticas y eclesiales muy concretas, Francisco Butiñá fue un hombre que creyó en la mujer y se aventuró a trazar con ella un paradigma diferente de vida religiosa. Bien anudado a su época y a sus circunstancias, comenzó a soñar redes de buena noticia que alcanzan a los trabajadores pobres de cualquier tiempo y lugar.

El día 16 de abril recordamos su nacimiento a la vida, el comienzo de su rica trayectoria vital, llena de pasión por el misterio de Cristo en Nazaret. Porque lo reconocemos como testigo de Jesús Obrero con la transparencia que el mundo del trabajo sigue anhelando, recientemente se ha solicitado la introducción de su causa.

Margarita Saldaña Mostajo, fsj

 

 

ANIMO Y ADELANTE

Animo y adelante, haceros santas, que eso es lo que importa!

Esta exhortación del Padre Butiñá a las josefinas, fue una insistencia también a su familia, a los trabajadores en sus escritos y predicaciones.

Damos un paso en el reconocimiento de la santidad del Padre Butiñá, cuando el día 12, en una ceremonia sencilla, se abra el proceso de canonización de este gran

 

NOTICIA IMPORTANTE

CARISMA Y ESPIRITUALIDAD

CARISMA - ESPIRITUALIDAD

Hijas de San José

Dios regaló a la Iglesia un nuevo "carisma", cuando inspiró a Francisco Butiñá una manera concreta de vivir el Seguimiento de Jesús, el Obrero de Nazaret que se encarna en la historia, en un pueblo, que vive en familia y trabaja en tareas sencillas, dignificando así el trabajo humano.

El trabajo que vislumbra el P. Butiñá está profundamente marcado por la oración-contemplación que nos lleva a descubrir la presencia de Dios en todas las cosas, haciendo del trabajo "prenda de amor y tributo de alabanza".

El trabajo es el medio en el que se debe forjar la santificación. Las josefinas nos comprometemos a "no cejar hasta conseguir la perfección hermanando la oración con el trabajo"·. El trabajo es nuestro principal medio de evangelización, es la forma de ganarnos el sustento, es un servicio al hermano y a la sociedad.

Las josefinas, llamadas a vivir a la luz del TALLER DE Nazaret y a seguir a Jesús Obrero, somos religiosas obreras. Es una forma significativa de vivir y decir la esencia de nuestra vocación.




Desde los orígenes, la palabra "Taller" sustituyó al tradicional nombre de convento con que se llamaba a las casas religiosas, indicando dónde y cómo se situaba esta nueva fundación. Lo que aporta de nuevo la palabra Taller es que nos dice que Dios está en el trabajo industrial y fabril, en el trabajo manual, que ahí se le encuentra, se le sigue, se le alaba y se le sirve con los hermanos del mundo trabajador pobre.




Nazaret es el hogar de nuestra vocación.

Nazaret es germen de una nueva humanidad, viviendo al estilo de Jesús el Artesano, con José y con María.

Nazaret es la respuesta de Dios al mundo del trabajo, es la familia que trabaja y vive unida en el Señor, es la alabanza a Dios desde lo cotidiano.


Al Taller se entra a servir, como entró Jesús en Nazaret y en la historia. A las Josefinas se nos llama desde el principio a hacer nuestro el himno a los Filipenses (Fil 2, 5-11) como estilo propio de vida. Es nuestra forma peculiar de seguir a Jesús y es también nuestro lugar social: estamos entre los que sirven, entre los pobres del trabajo.


HIJAS DE SAN JOSÉ - CURIA GENERAL - GRAL

Francisco Butiñá

NUESTROS ORIGENES

NUESTROS ORIGENES

    

NUESTROS ORÍGENES

Conoció, vio y oyó el clamor de la mujer y del hombre trabajador...

Descubrió en Nazaret el Evangelio del trabajo.

Ofreció un camino.

Yo, Francisco Javier Butiñá, vi la luz del mundo el día 16 de abril de 1834, siendo mis padres Salvador Butiñá (soguero) y Teresa Hospital.

Soy hijo de Bañolas, diócesis y provincia de Gerona.

Fui bautizado el mismo día en la parroquia de Santa María dels Turers.

Estudié en Bañolas y en el seminario de Gerona, alternando los estudios con el trabajo en el taller familiar.

Comencé mi vida jesuítica en Loyola, el 24 de octubre de 1854. Fue para mí una gracia ser hijo de la Compañía de Jesús. Diría a mis padres, ya en las primeras cartas: "pedid a Dios para que me conceda el verdadero espíritu de la Compañía, para que sea fiel".

Hice mi primera profesión el 30 de octubre de 1856 en Palma de Mallorca, a donde habíamos tenido que ir los novicios al ser expulsada la Compañía de Jesús.

Fui ordenado sacerdote y, el 31 de julio de 1866, fiesta de nuestro Padre San Ignacio de Loyola, subía al Altar, en la Iglesia de San Marcos de León, para celebrar por primera vez el Santo Sacrificio de la Misa.

Ya sacerdote, había de seguir en el Seminario para concluir los estudios.

El día 15 de agosto de 1871, hice la profesión solemne de cuatro votos en la capilla de la Casa de Campo del pueblo de Cortos, que tenía el Colegio de Salamanca para descanso de sus profesores durante los meses de verano.

Sufrí tres destierros. Fui profesor, confesor, predicador, escritor, misionero, fundador.

Cuando murió, su comunidad dijo de él:

"FUE VARON DILIGENTE, AMANTE DE SU VOCACIÓN, OPERARIO INCANSABLE, TANTO EN SUS ESCRITOS COMO EN SU PREDICACIÓN Y EXIMIO PROMOTOR DEL CULTO DE SAN JOSÉ".

Amaneció a la Luz plena en la madrugada del 18 de diciembre de 1899, en Tarragona.


Sus restos mortales descansan en la Cripta de nuestra casa Madre, en Gerona.



 

Carta del Padre Francisco Butiña S.J.

Carta del Padre Francisco Butiña S.J.

Querido amigo y amiga:

No te sorprendas de recibir una carta mía, pues siempre me gustó comunicarme con mis amigos. Lo hice de muchas formas, también por este medio sencillo de una carta. Sé que tienes interés por con conocer todo lo que se relaciona con mi vida, con mi entorno, con mi persona; te gustaría saber cómo descubrí el amor de Dios en todas esas realidades y esto me mueve a hacerlo con más gusto.

Desde muy niño, tuve una sensibilidad especial para percibir todos los gestos y pequeños signos de vida. Todo despertaba en mí, interés; todo lo valoraba, todo lo admiraba: el lago y las montañas, los peces y los caracoles, la tierra y el agua, el pueblo y sus gentes. 

Mis padres me acogieron al nacer con un gran amor. Crecí en el calor de una familia, cristiana, trabajadora. La pequeña industria familiar, a la vez que nos exigía dedicación y esfuerzo, nos permitía un cierto desahogo y bienestar. En mi juventud, yo mismo ayudé y orienté a mi familia en el trabajo en unos momentos importantes en que se producía el cambio industrial. Viví tan intensamente ésta realidad de ser hombre del trabajo que me identifiqué como trabajador, y me llamaba a mí mismo " menestral", hijo de menestrales. En el hogar vivió la experiencia profunda del amor fraterno, el gozo de compartir entre los hermanos las alegrías y las dificultades del cotidiano vivir.

Muchas veces me acercaba al lago y contemplaba en el espejo de sus cristalinas aguas las verdes montañas de Rocacorva, las azuladas cimas de la Mare de Deu del Mont y las crestas del Canigó. Un sentimiento de admiración hacía que muchas veces brotara de mi corazón el más bello canto de alabanza al Dios Creador por esta tierra que me vio nacer.

¡Cuánto amé a mi pueblo!, su cultura, sus gentes; yo mismo lo descubrí al encontrarme lejos de esta tierra. Posiblemente conoces una expresión mía que me define: " Soy hijo de Bañolas ". Fueron quizá estos factores y la acción de Dios a través de ellos los que me configuraron como un hombre abierto al amor, apasionado por la vida, relacionado con Dios.

Apenas he comenzado, pero os podré ir compartiendo mucho más de mi experiencia. Quiera Dios llenar vuestra casa de gracias y bendiciones. 

Un abrazo entrañable 

Francisco Javier Butiñá, S.J.