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Francisco Butiñá S.J.

NUESTROS ORIGENES

NUESTROS ORIGENES     

NUESTROS ORÍGENES

Conoció, vio y oyó el clamor de la mujer y del hombre trabajador...

Descubrió en Nazaret el Evangelio del trabajo.

Ofreció un camino.

Yo, Francisco Javier Butiñá, vi la luz del mundo el día 16 de abril de 1834, siendo mis padres Salvador Butiñá (soguero) y Teresa Hospital.

Soy hijo de Bañolas, diócesis y provincia de Gerona.

Fui bautizado el mismo día en la parroquia de Santa María dels Turers.

Estudié en Bañolas y en el seminario de Gerona, alternando los estudios con el trabajo en el taller familiar.

Comencé mi vida jesuítica en Loyola, el 24 de octubre de 1854. Fue para mí una gracia ser hijo de la Compañía de Jesús. Diría a mis padres, ya en las primeras cartas: "pedid a Dios para que me conceda el verdadero espíritu de la Compañía, para que sea fiel".

Hice mi primera profesión el 30 de octubre de 1856 en Palma de Mallorca, a donde habíamos tenido que ir los novicios al ser expulsada la Compañía de Jesús.

Fui ordenado sacerdote y, el 31 de julio de 1866, fiesta de nuestro Padre San Ignacio de Loyola, subía al Altar, en la Iglesia de San Marcos de León, para celebrar por primera vez el Santo Sacrificio de la Misa.

Ya sacerdote, había de seguir en el Seminario para concluir los estudios.

El día 15 de agosto de 1871, hice la profesión solemne de cuatro votos en la capilla de la Casa de Campo del pueblo de Cortos, que tenía el Colegio de Salamanca para descanso de sus profesores durante los meses de verano.

Sufrí tres destierros. Fui profesor, confesor, predicador, escritor, misionero, fundador.

Cuando murió, su comunidad dijo de él:

"FUE VARON DILIGENTE, AMANTE DE SU VOCACIÓN, OPERARIO INCANSABLE, TANTO EN SUS ESCRITOS COMO EN SU PREDICACIÓN Y EXIMIO PROMOTOR DEL CULTO DE SAN JOSÉ".

Amaneció a la Luz plena en la madrugada del 18 de diciembre de 1899, en Tarragona.


Sus restos mortales descansan en la Cripta de nuestra casa Madre, en Gerona.



 

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