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Francisco Butiñá S.J.

Carta del Padre Francisco Butiña S.J.

Carta del Padre Francisco Butiña S.J.

Querido amigo y amiga:

No te sorprendas de recibir una carta mía, pues siempre me gustó comunicarme con mis amigos. Lo hice de muchas formas, también por este medio sencillo de una carta. Sé que tienes interés por con conocer todo lo que se relaciona con mi vida, con mi entorno, con mi persona; te gustaría saber cómo descubrí el amor de Dios en todas esas realidades y esto me mueve a hacerlo con más gusto.

Desde muy niño, tuve una sensibilidad especial para percibir todos los gestos y pequeños signos de vida. Todo despertaba en mí, interés; todo lo valoraba, todo lo admiraba: el lago y las montañas, los peces y los caracoles, la tierra y el agua, el pueblo y sus gentes. 

Mis padres me acogieron al nacer con un gran amor. Crecí en el calor de una familia, cristiana, trabajadora. La pequeña industria familiar, a la vez que nos exigía dedicación y esfuerzo, nos permitía un cierto desahogo y bienestar. En mi juventud, yo mismo ayudé y orienté a mi familia en el trabajo en unos momentos importantes en que se producía el cambio industrial. Viví tan intensamente ésta realidad de ser hombre del trabajo que me identifiqué como trabajador, y me llamaba a mí mismo " menestral", hijo de menestrales. En el hogar vivió la experiencia profunda del amor fraterno, el gozo de compartir entre los hermanos las alegrías y las dificultades del cotidiano vivir.

Muchas veces me acercaba al lago y contemplaba en el espejo de sus cristalinas aguas las verdes montañas de Rocacorva, las azuladas cimas de la Mare de Deu del Mont y las crestas del Canigó. Un sentimiento de admiración hacía que muchas veces brotara de mi corazón el más bello canto de alabanza al Dios Creador por esta tierra que me vio nacer.

¡Cuánto amé a mi pueblo!, su cultura, sus gentes; yo mismo lo descubrí al encontrarme lejos de esta tierra. Posiblemente conoces una expresión mía que me define: " Soy hijo de Bañolas ". Fueron quizá estos factores y la acción de Dios a través de ellos los que me configuraron como un hombre abierto al amor, apasionado por la vida, relacionado con Dios.

Apenas he comenzado, pero os podré ir compartiendo mucho más de mi experiencia. Quiera Dios llenar vuestra casa de gracias y bendiciones. 

Un abrazo entrañable 

Francisco Javier Butiñá, S.J.



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